La Personalidad de Dios por William Newton Clark

Resumen: Una traducción de un libro sobre la personalidad de Dios.

William Newton Clark – Esta sección es una traducción de “The Christian Doctrine of God” (Cap. 2 – God’s Personality) 1909.




1. La Personalidad de Dios.

Antes de proceder a abrir la doctrina del carácter de Dios, es necesario de examinar un poco sobre el elemento de “Personalidad” lo cual la experiencia y doctrina cristina implica obviamente.

La idea de una personalidad divina es tan vieja como la religión. En los primeros días de actividad sin sofisticación, la oración llegó a practicar porque sin duda hubo alguien allí a quien uno dirige sus oraciones, y alguien de responder. Creyeron que alguien existía que pudo oír la confesión de sus pecados y perdonarlos, que pudo recibir las acciones de gracias y dar nuevos regalos, y que pudo guardar esto que fue entregado a su cuidado. El hombre siempre ha estimado la deidad como algo similar al humano, y presentó los dioses como personas como él mismo. Alguien que era la verdad en los primeros siglos y ha sido la verdad en general desde este tiempo. Cuando la personalidad divina ha sido ignorada en teoría por pensamientos panteísmos, ha sido restaurado en práctica por la introducción de politeísmo. La convicción de una personalidad divina no tiene parte en puerilidad humana. El hombre ha sido mofado por pensar que Dios es como él mismo, pero en lugar de ser “necesidad”, es el principio de sabiduría. Antropomorfismo ha tomado muchas formas falsas y engañosas, pero la verdad es que “el hombre lleva la imagen de Dios, y Dios la similitud del hombre” queda como fundación de toda la religión fuerte. La doctrina cristiana implica que la personalidad en Dios es la misma manera en todas las religiones. Se trata con experiencias comunes de dependencia, confianza, y comunión con Dios, y presume que no son experiencias falsas ni engañosas.

Si no las son, Dios tiene que encontrar al alma que ora con una respuesta inteligente y activa. Pero la doctrina cristiana queda en al énfasis de su propia personalidad, porque insiste en el carácter divino sobre lo demás, y este carácter mora en personalidad, y en nada más.

Toda doctrina de un Dios ético es doctrina de un Dios personal; y uno casi puede decir que lo entero del cristianismo consiste en abrir el carácter de Dios. Desde luego “carácter” es un punto vital en el concepto cristiano de Dios, Dios siendo concebido como capaz de poseer carácter; y la capacidad por tener carácter es idéntica con la que conocemos como personalidad.

Cuando examinamos los documentos cristianos, su testimonio a la personalidad de Dios es perfectamente informal y sorprendentemente abundante. En el Antiguo Testamento, como hemos visto, Dios habla como “YO”, y conversación es dirigido a Él como “TÚ”, y a Él es hablado como “ÉL”. Su personalidad es tomada como dado, sin cuestión, tras la manera de siglos en los cuales nunca ha sido dudado.

Jesús no declaró la personalidad de Dios, pero la presume siempre, porque siempre está adscribiendo a Dios las calidades que nunca se pueden pegar a nada menos que a un ser personal. La doctrina cristiana siempre ha seguido al Maestro en atribuir a Dios no solamente el nombre, sino también los poderes y las acciones de un Espíritu personal. En los tiempos de la Biblia, la pregunta de la personalidad personal de Dios nunca fue levantado, porque la definición metafísica de personalidad todavía no existió, aunque el hecho fue consistentemente la base en cualquier tiempo; pero si fuera levantado, podemos ver como los profetas y apóstoles la pudieran haber contestado. Que Dios es santo, o que Dios es amor, sería suficiente evidencia que uno puede hablar de Dios como “TÚ”. La razón es sólida. Carácter implica personalidad; si no hay personalidad, entonces no hay carácter. Moralidad se pega en ninguna otra cosa: correcto y malo son posibilidades solamente para personas. Entonces el conocimiento común testifica a esto. En formar nuestra doctrina cristiana de Dios, formamos tanto un atributo del carácter a una Persona, aunque podamos afirmar personalidad como la única base para carácter.

De vez en cuando alguien trata de edificar la existencia de un orden moral sin un Dios personal. La justicia es afirmada de ser el carácter de esta orden natural y el movimiento del mundo, aunque no ligan esto con una mente atrás de ello. De una forma la naturaleza universal trae la justicia, y los hombres pueden esperar que el recto será premiado y el malo castigada por esta orden “sin conciencia” del mundo. A veces una bondad es atribuida al mismo movimiento sin inteligencia, y a veces, la malevolencia y crueldad están atribuidas como sus atributos. Pero es insatisfactoria de atribuir genuinas calidades morales, si buenas o malas, a un orden sin inteligencia. Solamente el suelo en lo cual crecen no puede tener una existencia allí. Nuestro conocimiento con los hábitos y el ambiente de rectitud y maldad son demasiados para una doctrina, y no somos sorprendidos que no agarra una posición de poder duradero. La única interpretación posible del carácter es que se funda en la naturaleza y relaciones de un ser personal. Si carácter es atribuido a Dios, tiene que ser capaz de recibirlo. El pensamiento ha tenido sus problemas, pero la necesidad de personalidad como la base de carácter es absolutamente necesaria, y las dificultades tienen que ser enfrentadas con lealtad a este requerimiento.

¿Qué significa de hablar de Dios como a una persona? Nuestra respuesta a esta pregunta tiene que ser incompleta, pero no necesita ser oscura o dudosa, y no hay razón porque debemos chivarnos de definir lo que podemos. Sabemos la base de conocimiento sobre la cual tenemos que definir la personalidad.

La personalidad es un don humano, conocida a nosotros solamente en nosotros y no en otros hombres. Entendemos que tiene que haber personalidades más altas que la humana, pero no las conocemos. Vemos sugerencias de personalidad en los animales debajo de nosotros, pero no son muy claras y completas para brindarnos compañerismo personal en aquel tema. Nosotros, los seres humanos, somos personas, y desde nosotros mismos solamente podamos definir lo que es una persona. Si decimos que Dios es personal, entonces significa que en unos elementos Dios es como nosotros. Podamos en estos elementos ver importantes diferencias entre nosotros y Dios, y tenemos que aceptar que las similitudes tienen que ser genuinas, y consisten en algo que es esencial en la naturaleza de los dos. De esta base, no tenemos que retraernos, y no es algo necio. La doctrina que Dios es como el hombre es una de las más antiguas de las doctrinas de Dios, y es destinada a sobrevivir, en alguna forma, tanto que como la doctrina de Dios es afirmada. No tiene que ser defendida, pero simplemente, la pregunta es ¿en qué sentido es la verdad?

¿Qué similitud existe entre Dios y los hombres tomando en cuenta que Dios es personal? ¿Qué detalles nos justifican cuando hablamos así de Dios? Es necesario de dar una contabilidad de personalidad como existe en nosotros mismos, y en esto, no sirve de describirlo como aparece en un momento de tiempo, sino por investigar su génesis y crecimiento.

Un ser humano es nacido por padres y de una raza, y es recibido en un grupo y orden social, donde otros relacionan con él, quienes son más avanzados en lo de personalidad que él. En el principio, él no es una persona, pero llega a ser una. Si él nunca tuviera esta interacción con otros, nunca llegara a ser “una persona”: si nadie hablara con él, nunca hablaría; si nunca hubo interacción, nunca se desarrolla. Toda la vida humana es social, y personalidad no tiene existencia excepto en relaciones con otros. Entonces personalidad implica la existencia de una sociedad, y es absolutamente dependiente sobre ella.

Una persona es un miembro de una sociedad, y esta realidad de relaciones sociales es un elemento verdadero y fundamental a su personalidad. Como él ha recibido de otros, entonces así es para siempre ligado a otros por estas ligas indestructibles, y vive su vida por dar y recibir socialmente.

Cuando una vez el ser humano ha empezado a existir, la vida le pasa, por combinación de un impulso interno misterioso e influencia externa, y estos entrenan a la persona a la vez a conciencia de sí mismo y auto determinación. Probablemente estas dos posesiones vienen en el mismo momento en su desarrollo. La vida entrena a una persona creciendo a auto-consciencia y determinación de su propia conducta. Viene a tener consciencia que es más que un ser percibiendo cosas a su alrededor; es un sentido de ser en sí mismo, con continua identidad y sentido. Llega a una auto-dirección lo cual es el primer instintivo pero gradualmente llega a ser auto dirección racional: su acción es suya aun en un grado limitado, es auto expresión y es de sí mismo. Todas las actividades de la vida tienden a ser la formación del ser quien es auto consciente y auto determinante en sus relaciones con que tenga; y en proporción como estos poderes son desarrollados el ser humano progresa en personalidad, o llega a ser una persona. Una persona es un ser en relación con otros, quien es despierta de sí mismo, y tiene el poder de dirigir su propia acción.

Evidentemente, tal personalidad es una cosa que nunca deja de crecer, nunca es completa, siempre llegando a ser. Auto-consciencia nunca es perfecto, porque un ser humano nunca conoce todo lo que hay en él.

Auto-dirección es siempre limitada, porque hay mucho en la vida que una persona no determina para sí mismo; y las relaciones de un ser humano nunca son determinadas totalmente por él mismo, nunca son completamente comprendidas por él, y nunca puede utilizarlas a toda su potencialidad.

De este punto de vista de la personalidad humana, podamos examinar la personalidad de Dios. Aquí inmediatamente vemos la diferencia, que en Dios no podamos examinar la génesis de su personalidad. No observamos su origen por medio de relaciones, ni tampoco dependiendo sobre relaciones. Podamos decir que afuera de las relaciones, el hombre no pudiera haber llegado a ser persona, pero no podamos concluir esto de Dios. Las relaciones externas de Dios son cosas ocultas a nosotros; y ciertamente qué sabemos de Él adentro de las relaciones no nos ayuda a suponer que Él depende en ellas para su personalidad. Pero podemos comentar sobre Dios actuando adentro de relaciones.

En su caso, como en nuestro, relaciones trae a expresión los poderes de auto-consciencia y auto-determinación las cuales componen qué es personalidad. La doctrina cristiana usa sus términos en un sentido que reconocemos en nuestra experiencia y conocimiento cuando dice que Dios es un ser personal. Por esto significa que Dios es Uno quien se conoce a Sí mismo, o Él es consciente de sí mismo y el significado de su ser; que Él es Uno que dirige su propia acción, haciéndola una expresión de su Ser de lo cual Él es consciente; también Dios es relacionado con otro ser, y el otro ser a Dios. Un ser consciente, inteligente, activo, y relacionado es una persona, y tal es Dios. Esto es el concepto cristiano.

Esto es un concepto cristiano. Es sin razón o necesidad de demostrar que Dios, el Padre de Jesucristo, es entonces un ser auto-consciente quien dirige sus propias acciones, que sabe, ama y actúa, que ejerce los poderes de una mente racional y hace lo que una voluntad razonable hace, en relaciones con otros seres. Qué este idioma moderno expreso es implicado en lo que Jesús dice simplemente de Dios. Todo pensamiento cristiano le acepta como tal Ser, y toda la vida cristiana procede como si así es. “Ore al Padre” dijo Jesús. La fe cristiana es fe de un ser personal con otra. Con una mente consciente quien que adora se enfrenta a Dios cara a cara.

Entonces alcanzando la idea de la personalidad en Dios que es diferente de personalidad en los hombres, tenemos que observar qué cambios hay entre los dos. Claro que dejamos a todos los antropomorfismos como los que relatan a una forma corporal (del cuerpo humano), la localidad y ambiente local. Ya no ubicamos o localizamos a Dios. Si citamos las frases antiguas que son muy descriptivas, entendemos que todo es figurativa. Que es más importante, dejamos toda idea de algo incompleto y limitado. No podemos imaginar el perfecto, pero a un grado podemos imaginar la aniquilación de imperfecciones de las cuales observamos en nosotros mismos. Tenemos una auto-consciencia incompleta, pero en Dios pensamos de ellos como algo completo o una conciencia de todo que El que sabe completamente sí mismo contiene. Nosotros sabemos auto-dirección, como aplicada en partes a nuestra acción, pero en Dios pensamos de ello como sin restricciones y perfecto, gobernando todo lo que hace. Conocemos las relaciones con otros seres, las cuales en nuestro caso son parcialmente escogidas y parcialmente aceptadas, si deseamos o no, pero en Dios pensamos de ellos como impuestas por Él mismo, que entró y mantiene completamente independiente. En Dios los elementos de la personalidad son llevados hasta la perfección. En delinear el proceso hemos pasado el rango completo de la humanidad, pero no el rango completo de la naturaleza de la personalidad. Al Dios a quien descubrimos es un ser personal en el mismo sentido como nosotros, sin embargo, que su personalidad sube mucho de la de nosotros porque es lo más alto de la perfección.

A veces somos guiados a temer que tenemos que perder el hecho de la personalidad cuando subimos a la altura de Dios. Somos obligados de definir personalidad partiendo de la nuestra porque no conocemos de otra, y en tales condiciones es fácil de presumir que en nosotros el tipo o ideal de personalidad tiene que morar. Cuando nos vemos a nosotros mismos, personalidad parece muy restringida por fronteras. Nuestras teorías la han reducido porque hasta recientemente no hemos reconocido el aspecto social de la personalidad como uno de sus elementos. Pero encontramos una personalidad humana una cosa restringida en misterio y exclusiva. Cada persona tiene su propio campo de vida: si la psicología moderna supone posibilidades extrañas de división y cruzadas, todavía la experiencia normal nos testifica que las personas son separadas y diferentes una de la otra, y consciencia personal no toma la de otras personas.

Estas restricciones son tan reales para nosotros que podamos pensar que son parte de la naturaleza del caso, y juzgamos el finito de ser parte esencial de la personalidad. Entonces la personalidad en Dios parece inconcebible: y personalidad infinita es frecuentemente dicha de ser una contradicción en términos, porque un elemento en el concepto es limitado y el otro es ilimitado. Panteísmo declara el divino y lo personal de ser incompatible, y muchos aparte de los panteístas tienen dificultad con la personalidad de Dios. Pero ¿Por qué proclamamos que nuestra personalidad tiene que ser típico? Un poco de reflexión con la naturaleza humana nos enseña mejor.

Nuestra personalidad demuestra ningún rasgo de ser típica o ideal, la norma por este concepto. Pero es de ayer. En cada individuo es recién nacido. En la carrera es todavía creciendo, y todavía no adulto. Solamente en tiempos recientes ha sido reconocido en el pensar analítico, y fue tan largamente no reconocido en parte porque no era maduro. Ningún elemento en ello es perfecto, o cerca de perfección.

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Acerca de Pastor David

Soy misionero y pastor en el Distrito Federal, México desde 1985. Recibí una licenciatura de Bob Jones University en Misiones Cristianas, menor área de estudio, Griego Bíblico, y una maestría en Biblia, y otra maestría en Administración y Supervisión de Escuela Cristianas, todo de la Universidad de Bob Jones.

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